La emoción de salir en familia a nueva aventura y por primerita vez juntos , la emoción de recorrer nuevos lugares, la emoción que los 10 meses de planificación dieran los resultados deseados, la emoción y la reacción de ver a mi pequeño hijo con algo totalmente nuevo como el abordar un avión, el clima, el idioma, las personas, el sistema de transporte, la comida, casas, todo se iba acumulando e incrementado mientras llegaba el día esperado, así esa noche antes de partir intentamos dormir unas 2 horas pero se nos dificultaba. La adrenalina no me permitió dejarme caer en los brazos de morfeo esos minutos, y perderme en los niveles sub-concientes de la conciliación del sueño, ya que se llegaba la hora de poner en practica los simulacros del tiempo de vuelo con mi pequeño, que no solo era su primera vez en volar en un avión, sino volar más de 10 horas en la misma butaca sobre el atlántico con tanta energía acumulada comprobada y corroborada de mi chiquitin. Así a las 3 de la madrugada ya nos hacíamos presentes en el aeropuerto, con la emoción de haber dejado todo arreglado en nuestra ausencia, y con un proceso de adopción iniciado y oficializado para el o la nueva integrante de nuestra familia. Eran tantas cosas que en unas pocas horas se volvían parte de mi sueños. :)
No está de más resaltar en estas cortas líneas que nos disfrutamos todo, todo, jalar maletas, hacer los tiempos de comida en pleno vuelo, el café, el postre, las nubes a escasos metros, los rayos del sol, películas, charlas, dormidas, escalas entre vuelos, recorridos en aeropuertos, y como era de esperarse ver a mi hijo, carcajearse, comer, jugar, saltar, hacía más especial este regalo que papá Dios nos obsequiaba como familia.
Nos fuimos
a vencer pronósticos, principalmente construidos mentalmente, por ejemplo nos preguntábamos cómo nos iba a afectar el frío, qué sí era adecuada la ropa que llevabamos para estos climas tan friiios, la forma de transportarnos localmente, que el presupuesto alcanzará en nuestras actividades, que la barrera del idioma y otras cosas más. Esto al final no importó y nos fuimos
a vencer pronósticos. Hoy nos damos cuenta que nos gozamos tooodo, y como valor agregado nos permitió tener más confianza en lo que nos proponemos, vencer temores, más koinonía y más unión sobre todo.